Mundo 10 de Febrero de 2025

La deslumbrante herencia del Aga Khan V: un imperio de riqueza inimaginable

El príncipe Rahim, de 53 años, asume uno de los liderazgos más adinerados del mundo; los Al Hussaini, con una historia de más de 1400 años, han mantenido un aura de misterio, situándose entre el lujo europeo y su liderazgo espiritual en el mundo oriental
La deslumbrante herencia del Aga Khan V: un imperio de riqueza inimaginable

El reciente fallecimiento del príncipe Karim al Hussaini, conocido como el Aga Khan IV, el pasado 4 de febrero trajo consigo dos preguntas esenciales: ¿quién sería el sucesor de uno de los más ricos líderes hereditarios mundiales y guía espiritual de los musulmanes ismaelitas? Y, ¿cuál era el verdadero alcance de su fortuna? La primera pregunta se aclaró rápidamente tras su muerte, ya que, según las tradiciones de su linaje, el imán decide sin constreñimientos quién lo sucede entre sus descendientes. Karim, a sus 88 años, había designado en su testamento a su hijo primogénito, el príncipe Rahim, de 53 años, como el próximo Aga Khan. Este título, que implica ser el "jefe supremo", fue establecido en el siglo XIX por el emperador de Persia para el líder de esta comunidad musulmana chiita. Sin embargo, la magnitud de su riqueza sigue envuelta en secretos.

Los Al Hussaini, quienes reclaman un linaje que desciende del profeta Mahoma, tienen raíces profundamente enraizadas hasta los califas fatimíes de Egipto. Han logrado mantener, por cientos de años, un halo de misterio entre lo espiritual y lo material, entre Oriente y Occidente, y entre el mundo musulmán y el cristiano. Aunque el Aga Khan IV no poseía un estado político, era tratado casi como un estado unipersonal, siendo recibido como un jefe de estado y venerado por sus 15 millones de seguidores en más de 35 países. Su influencia y riqueza superaban a la de muchos líderes religiosos y monarcas, a pesar de su habilidad para pasar inadvertido. Cualquier cuestión sobre su estilo de vida o patrimonio —jets privados, yates, lujosas propiedades y autos— era respondida con un silencio impenetrable.

De acuerdo a The New York Times, la fortuna dejada por el Aga Khan IV varía entre 1.000 y 13.000 millones de dólares, proveniente de un diverso portafolio de inversiones y un peculiar sistema de donaciones de sus seguidores. Sin embargo, el príncipe siempre eludió dar explicaciones sobre el origen de su impresionante riqueza. En un intento de aclarar los mitos alrededor de su vida, en 1980, comisionó una biografía que jamás se completó. Otra evaluación independiente sobre su familia resultó en conflictos legales que derivaron en la retirada del libro.

El poder y misticismo de los Aga Khan se sostiene en gran medida a través de donaciones voluntarias de sus millones de fervientes seguidores, un proceso profundamente enraizado en las bases de la ley coránica que demandan contribuciones a la comunidad. Aunque las cantidades específicas son inciertas, se estima que los adeptos ofrecen alrededor del 10 al 12% de sus ingresos anuales, lo cual asciende a centenares de millones anualmente. La gestión de estos fondos recae completamente en el imán, destinándose a proyectos variados dentro de la comunidad.

Durante su extenso reino, el príncipe Karim estructuró y modernizó las finanzas del imanato, creando en 1967 la amplia Red de Desarrollo Aga Khan (AKDN). Esta organización ha sido comparada con la ONU debido a su alcance y eficacia, operando escuelas, hospitales y proyectos de desarrollo económico que benefician a millones de ismaelitas en varios países.

Sin poseer territorio alguno, el príncipe Karim logró tener influencia política a través de proyectos de la AKDN, especialmente en ámbitos de alta necesidad humanitaria en Asia y África. Convenció a gobiernos de recibir refugiados ismaelitas y promovió inversiones sustanciales en áreas clave, mientras transformaba Lisboa en el epicentro de su comunidad religiosa.

A pesar del trabajo altruista de la AKDN, también maneja un vasto portafolio empresarial en sectores lucrativos, generando decenas de millones en ingresos anuales. Estos logros financieros han dividido la opacidad entre sus intereses personales y filantrópicos. Sus esfuerzos dieron origen a reconocidas iniciativas como la Fundación Aga Khan y premios de arquitectura de gran prestigio, reafirmando su capacidad para mejorar las condiciones de vida de sus seguidores.

Con su asumida responsabilidad, el príncipe Rahim, ahora Aga Khan V, mantiene un intrincado legado entre el lujo y su deber espiritual. Educado en diversas ciudades europeas y con experiencia en la administración de la AKDN, ahora tiene la tarea de gobernar un legado multidimensional. Su vida transcurre entre la opulencia y un rico camino espiritual, simbolizando el eterno balance que los Aga Khan han cultivado entre sus seguidores.

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