Malak al-Ghamari estaba profundamente perturbada al enterarse de que, después de 25 años, el virus de la polio había reaparecido en Gaza, un área donde se creía había sido eliminado.
“Me obsesioné con la limpieza y desinfección. Investigué a fondo sobre la enfermedad y las formas de protegernos. Intenté mantener apartados a mis hijos de otros niños para evitar posibles contagios”, relató Malak, madre de cuatro, al medio The Electronic Intifada.
En agosto, las autoridades de salud de Gaza reportaron el primer caso de polio en un cuarto de siglo –posiblemente de una nueva variante del virus– en un bebé de diez meses que no había recibido la vacuna debido a desplazamientos forzosos reiterados.
Cuando Yamen, el hijo de Malak de 7 años, dejó de hablar o moverse repentinamente tras ser evacuados del área de al-Maghazi –su quinto desplazamiento– hacia la casa de un familiar en Nuseirat, las alarmas se encendieron para Malak.
Observó cómo Yamen mostraba signos de confusión y temblores repentinos.
“Se cubría la cara con una manta diciendo: ‘No quiero que los escombros me caigan encima’”.
Malak hizo todo por tranquilizar a sus hijos. Había alrededor de 15 niños en esa casa.
A medianoche, Yamen despertó llorando y deseaba ir al baño, pero no lograba levantarse ni caminar. Su padre debió cargarlo para asistirlo al sanitario.
El niño comenzó a quejarse de intensos dolores en brazos y piernas, lo que hizo que sus padres, cada vez más angustiados, decidieran buscar atención médica.
“Fuimos al Hospital de los Mártires de Al-Aqsa, donde le realizaron pruebas”, indicó Malak. “Nos dijeron que tenía neuritis viral”, un trastorno conocido como neuritis vestibular, generalmente causado por infecciones virales que suelen desaparecer en semanas.
No obstante, el hospital no era seguro debido a operaciones militares en la región, y los pacientes debían evacuar. Finalmente, los padres trasladaron a Yamen al Complejo Médico Nasser en Khan Younis para cuidados adicionales.
Nueva cepa detectada
Cerca del 90% de los 2,3 millones de residentes en Gaza (1,9 millones de personas) han sido desplazados de sus viviendas el último año, algunos numerosas veces. Frecuentemente, se ven forzados a vivir en campamentos superpoblados, carentes de agua segura para consumo, higiene o cocinar.
Estas condiciones son propicias para la propagación de enfermedades infecciosas, como la varicela y la hepatitis A, que han visto un incremento significativo en su incidencia.
El sector salud en Gaza está desmoronado tras el constante bombardeo indiscriminado israelí en el último año, poniéndose en serio riesgo la salud de la población.
En julio se encontró una nueva cepa de polio en exámenes rutinarios de aguas residuales en Gaza. Se sospecha que esta cepa proviene de la vacuna oral contra la polio, que contiene un virus vivo atenuado y, en casos extraños, puede ser excretado por individuos vacunados y convertirse en una nueva forma infecciosa, explicó el Dr. Majdi Dhair, del Ministerio de Salud de Gaza.
El ejército israelí comenzó una vacunación inmediata de sus tropas tras confirmarse el resurgimiento de polio en la región.
Sin embargo, Israel hizo oídos sordos a las peticiones de la ONU para un cese del fuego que permitiera llevar a cabo una amplia campaña de vacunación para los 670,000 menores de 10 años en Gaza.
Dhair señaló que a pesar de los desafíos, las autoridades sanitarias de Gaza planearon vacunar al menos al 90% de estos niños con una vacuna oral en dos rondas separadas por cuatro semanas, para prevenir la expansión de la enfermedad. No obstante, reconoció que es un objetivo desafiante en una zona en constante conflicto.
Aunque la Organización Mundial de la Salud informó que se completó la primera fase de vacunación en septiembre, el plan para finalizar la campaña el mes pasado no fue factible. Ahora se espera iniciar la segunda fase a mediados de octubre.
Cuestionamientos
Varios habitantes de la Franja de Gaza han manifestado escepticismo sobre la seriedad de la comunidad internacional respecto a la protección de los niños contra el virus, mientras permanecen silenciosos ante las atrocidades del ejército israelí.
Ola al-Masri, quien vacunó a sus trillizos, narró cómo sus hijos escaparon de la muerte en dos ocasiones debido a los bombardeos israelíes, primero en su hogar y luego en otra vivienda a la que habían sido trasladados. Cuestionó si existían vacunas contra los misiles.
“¿Dónde está el sentido de humanidad al amontonar personas en un espacio reducido junto al mar, en tiendas de campaña improvisadas, privándolos de toda forma de sustento?”, desafió, criticando los llamados a una pausa humanitaria.
“¿Dónde está la humanidad en vacunar a los niños durante el día y verlos morir por la noche?”
Malak también expresó un profundo descontento.
“Mi hijo ha sufrido enormemente debido al desplazamiento, al miedo y al dolor. Perdió a dos tías y a un tío durante un bombardeo en una casa a la que fuimos desplazados en medio de la guerra”.
Malak concluyó que aunque la preocupación por la polio y demás enfermedades que aquejan a Gaza es legítima, “nuestra verdadera amenaza es el virus de la ocupación, que ha hostigado y privado de su infancia a nuestros hijos”.