Crear un ámbito político para las organizaciones progresistas que representan a la clase trabajadora.

La creciente concentración económica y el poder casi absoluto de oligopolios en distintos sectores requieren que los trabajadores desarrollen su propio espacio político. Esto serviría de base para un amplio movimiento sociopolítico que incluya a otros sectores populares, de modo que se pueda cambiar la correlación de fuerzas, acceder al gobierno y, mediante la democratización del Estado, llevar a cabo reformas estructurales en beneficio de la mayoría.
1-Introducción
Este artículo propone lo siguiente: En Argentina, como en otros países de América Latina, existe una necesidad real de que las organizaciones que representan a la clase trabajadora creen un espacio político independiente. Este espacio, en conjunción con otras organizaciones sociales, culturales, políticas y de derechos humanos, debería formar un movimiento sociopolítico amplio. Este movimiento podría eventualmente materializarse en el ámbito electoral como un frente político, pero siempre con la hegemonía y liderazgo de las organizaciones de trabajadores.
A continuación, se argumentarán las razones que sustentan esta perspectiva.
2-Concentración económica
La concentración económica en manos de un número reducido de empresas es una característica global del capitalismo moderno y se observa claramente en Argentina.
En 2020, se informó que tres gigantes de gestión de activos, BlackRock, Vanguard y State Street, gestionaban más de 15 billones de dólares, lo cual representaba, en ese entonces, el 75% del PIB nominal de EE.UU.
En Argentina, BlackRock es accionista de varias empresas locales y multinacionales importantes como Coca-Cola, Bayer, Apple, Microsoft, Telefónica, Procter & Gamble, Mercado Libre, Tenaris, Grupo Galicia, Banco Macro, Telecom, YPF, Pampa Energía, TGN, Arcos Dorados y Adecoagro.
Estos grupos no solo dominan la economía, sino también los medios de comunicación, las redes sociales y el sistema judicial, influyendo cada vez más en las políticas gubernamentales.
Para contrarrestar esta dominación, es fundamental construir una relación de fuerzas capaz de cambiar esta situación, una tarea que solo puede ser liderada por los trabajadores y sus organizaciones políticas.
3-Crisis de la democracia representativa. Desarrollar una democracia participativa.
La democracia liberal, representativa y delegativa, surgió en una etapa del capitalismo caracterizada por la libre competencia. Hoy, en una etapa dominada por el capital oligopólico multinacional, esta forma de democracia resulta insuficiente e incluso un obstáculo tanto para los oligopolios como para los movimientos populares que logran acceder al gobierno. Esta es la raíz de la crisis creciente de la democracia representativa.
La solución a esta crisis reside en que los trabajadores y otros sectores populares avancen hacia una democracia participativa en la que tengan control y gestión de lo público. Necesitamos una mayor coordinación entre las organizaciones sindicales y sociales para constituir un espacio político propio de la clase trabajadora, que dé pie a un movimiento sociopolítico más amplio.
Además, un movimiento sociopolítico es más eficaz para ganarse el apoyo de las capas medias de la sociedad, que, debido a su inserción individual en el sistema económico, suelen desarrollar una conciencia individualista y ser víctimas de la propaganda de derecha impulsada por los medios oligopólicos.
4-Dos modelos de país y el problema de la discontinuidad política
En Argentina, existen dos modelos distintos de país: uno liberal, alineado con el neoliberalismo y el otro, que busca un desarrollo industrial inclusivo y una política exterior multilateralista.
Históricamente, los períodos en que se aplicaron políticas neoliberales (como bajo Martínez de Hoz, Cavallo y Macri) resultaron en crisis profundas y aumento de la deuda externa. Por el contrario, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, que siguieron a un modelo industrialista y de inclusión social, se duplicó el PIB, se crearon miles de PYMES, disminuyó la desocupación, mejoraron los salarios, jubilaciones y asignaciones familiares, se redujo la pobreza y se invirtió en salud, educación, ciencia, tecnología e infraestructura. Sin embargo, la estructura económica oligopolizada no cambió sustancialmente.
El desarrollo de un espacio político de la clase trabajadora y un movimiento sociopolítico permitiría cambiar esta realidad, creando una relación de fuerzas favorable para implementar reformas profundas y evitar la alternancia entre gobiernos progresistas y neoliberales.
5-Disyuntiva: Oligopolios o Estado democrático
El neoliberalismo busca aplicar principios de libre mercado en un contexto económico dominado por oligopolios y globalización, con el fin de facilitar la explotación de recursos naturales, la especulación financiera y la reducción de derechos laborales.
La rápida evolución de las fuerzas productivas, impulsada por la inteligencia artificial, junto con la creciente concentración de capital, nos lleva hacia un mundo distópico donde un pequeño grupo de personas controla la economía y decide el destino de la humanidad.
Esto destaca el carácter histórico del capitalismo y la necesidad, así como las condiciones objetivas, para su superación. Sin embargo, esto solo será posible si los trabajadores y otros sectores populares toman conciencia de la situación y actúan en consecuencia para construir un sistema social y comunitario más justo.
El desarrollo de un Estado cada vez más democrático, reemplazando gradualmente a los oligopolios, es crucial. Este Estado debe ser administrado por gobiernos electos democráticamente y basarse en una participación creciente del pueblo en la gestión de lo público.
6-Ejemplos de una construcción alternativa
Los países con sostenido crecimiento económico, como China, Vietnam, Corea del Sur, Singapur y Taiwán, han tenido continuidad en sus políticas económicas durante décadas. Estos países priorizan la industrialización, la educación y la salud pública, bajo un fuerte liderazgo estatal que determina el rumbo a seguir.
Incluso las multinacionales deciden radicar sus capitales en estos países debido a las reglas claras y la continuidad política que ofrecen, mostrando que la intervención estatal puede ser beneficiosa.
7-Conclusiones
El presidente mexicano saliente, Lopez Obrador, expresó en su discurso final una verdad que resuena en toda nuestra región: “¿Cómo podemos hablar de democracias si las dominan las élites?, ¿cómo podemos hablar de democracia sin una verdadera separación entre los poderes políticos y económicos?, ¿cómo podemos hablar de democracia si en los últimos tiempos hemos visto cómo la riqueza se acumula en menos manos?”. Y añadió: “Los oligarcas quieren cratos sin demos; poder sin pueblo… al carajo con eso”.
Estamos ante una encrucijada: permitir que los oligopolios sigan dirigiendo nuestras vidas o construir un espacio democrático que represente a las mayorías populares, con la clase trabajadora a la cabeza, y avanzar hacia una sociedad más justa.
Para lograr esto, es crucial que la clase trabajadora dé un salto cualitativo en su conciencia y organización, creando un espacio político propio que sea la base de un amplio movimiento sociopolítico.
En Argentina, existen organizaciones progresistas como La Corriente Federal de los Trabajadores en la CGT, las dos CTA y la UTEP, entre otras, que ya han avanzado en consensuar programas de gobierno con profundas reformas estructurales, ofreciendo una alternativa real al proyecto neoliberal.
*Carlos Mendoza, ingeniero especializado en temas políticos y de economía política, escritor y miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.