Opinión 24 de Septiembre de 2024

Bolivia: La decadencia política dentro del MAS

En un país donde los verdaderos líderes desaparecen y solo quedan los oportunistas, surge la pregunta: ¿Quién nos hace creer que esa mediocridad es nuestra única opción?

El conflicto dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) va más allá de un simple altercado interno. Esta tensión es un reflejo del legado del movimientismo en la política boliviana, y el MAS, heredero de esta tradición, nunca logró resolver las contradicciones inherentes a su origen popular y su inclinación hacia un estado que pretendía transformar. Esta dualidad ha llevado a una inevitable ruptura con su base popular, haciendo evidente su alejamiento y una inevitable descomposición. La obsesión por el poder se convierte entonces en un fin en sí mismo, relegando cualquier principio transformador al olvido.

Ante esta situación, la izquierda boliviana se enfrenta a una maldición histórica que la devuelve a un ciclo de autodestrucción. La confrontación personalista y grosera entre los bandos del MAS revela que ya no existe una conexión real con el horizonte político indígena y popular que alguna vez impulsó al movimiento. En un contexto donde la supervivencia política parece depender de amenazas de autodestrucción, la referencialidad política se vuelve insostenible.

La lucha interna en el MAS es una competencia de personalismos y corporativismos que dependen de un carisma particular. Esto desvía el proyecto popular en favor de una disputa entre élites que subsisten gracias a un Estado liberal-oligárquico-colonial que ellos mismos critican pero en el que se apoyan para mantener el poder.

Es oportuno recordar que las disputas actuales no cuestionaron el golpe suave de 2009 durante las mesas de concertación, cuando el orden establecido impuso su agenda sobre el nuevo Estado plurinacional, modelando la nueva estructura conforme a un viejo modelo liberal-oligárquico.

La confrontación actual no es siquiera una verdadera lucha por legitimidad de liderazgo. Tanto los "evistas" como los "arcistas" están atrapados en una lógica de continuismo dentro de un Estado determinante por reglas liberales ya arraigadas. El poder constituyente del pueblo, aquel verdadero horizonte político, queda completamente marginado.

Antes del golpe de 2019 y debido al desgaste del actual gobierno, advertimos sobre los peligros de una inercia estatal que conducía a una implosión. El actual maniqueísmo y la formación de facciones tan polarizadas solo facilitan una autoinmolación política que sigue un guion de desmantelamiento del propio Estado plurinacional.

El MAS, durante sus 14 años en el poder, debilitó la legitimidad de las organizaciones populares que ahora critica. La influencia externa, en connivencia con las élites internas, ha socavado estas organizaciones desde dentro, un trabajo que la derecha local no podría haber realizado con la misma eficacia.

Alertamos tanto a "arcistas" como a "evistas" sobre las implicaciones geopolíticas de la crisis del MAS, pero estos ignoran las advertencias y se concentran más en sus agendas particulares. La anunciada movilización "evista" hacia La Paz, que busca paralizar al país y enfrentarse con fuerzas paralelas dentro de las organizaciones, crea un escenario que puede complicar la entrada de Bolivia al BRICS+, lo que revelaría un plan más amplio en marcha.

Los escenarios de crisis desde el exterior, como las narrativas de desastre social y económico lanzadas desde Perú, forman parte de una estrategia mayor de desestabilización en la que el "evismo" podría estar siendo usado como instrumento.

El gobierno actual no logra entender los problemas económicos que se avecinan y sigue atrapado en una dependencia excesiva de un modelo que nunca fue más que una administración burocrática de una inercia estatal sin perspectivas estratégicas.

La desidia en abordar la crisis desde una perspectiva geopolítica muestra una falta de responsabilidad hacia el sostenimiento del Estado plurinacional y brinda terreno fértil para una futura intervención más fuerte, incluso bajo un manto democrático.

Bolivia corre el riesgo de perder su rol central en el arco sudamericano, dejando a Venezuela sola frente a amenazas internas y externas. La falta de visión política en la gestión actual es evidente en la ausencia de una dirección clara incluso durante eventos significativos como la presentación del "Informe del Vivir Bien".

Reducir la política a la disputa de poder sin un horizonte claro resulta en una pérdida de legitimidad y hegemonía. El conflicto entre Evo y Arce evidencia una traición al horizonte político original de inclusión y revolución democrático-cultural, relegando al sujeto indígena a un segundo plano.

Las críticas de los bandos del MAS reflejan verdades dolorosas, pero lo crucial sigue siendo la viabilidad del Estado plurinacional. La ausencia de prudencia política en ambos bandos solo favorece la continuidad de un sistema oligárquico que ambos dicen combatir.

El obrerismo ocasional del gobierno y la idolatría al progreso no generan conciencia revolucionaria, llevando a un ciclo de aburguesamiento del pueblo en lugar de cambio radical. Esto solo beneficia a quienes trabajan para minar el proyecto indígena-popular desde adentro.

El gobierno parece ciego a los nuevos escenarios globales y sigue empujando un modelo desarrollista inviable en la realidad actual. Sin un cambio de paradigmas y una nueva visión política, el Estado se queda atrapado en una realidad que ya no existe.

El MAS ha relegado al pueblo a un rol de obediencia, sin involucrarlo verdaderamente en el poder popular. Ambos lados de la disputa interna comparten esta misma mentalidad, luchando únicamente por su supervivencia política.

La figura de Evo Morales, desgastada y anacrónica, ya no representa una respuesta viable. Su presencia sigue dividiendo en lugar de unificar, socavando cualquier posibilidad de reconstrucción del proyecto plurinacional.

La disputa actual del MAS no solo facilita una posible rearticulación de la derecha sino también una intervención externa. La incapacidad de ver más allá de las querellas internas está creando el caldo de cultivo perfecto para el fracaso final del proyecto que alguna vez representaron.

Más de Opinión